¿Por qué seguimos "reglas" para componer?

Quintas y octavas paralelas que hay que evitar. Sensibles que hay que resolver. Reglas para la conducción de voces que debemos respetar para evitar sonoridades no deseadas; de otro modo caeríamos en "errores de principiante". Pero, ¿quién está dotado de las capacidades necesarias para considerar que mi composición tiene o no esos "errores"?
¿Por qué tengo que evitar que mi obra suene de una u otra manera? ¿No soy libre de componer música a partir de mis propias decisiones, siguiendo mis propias reglas?¿Estas son preguntas que muchos de nosotros nos hicimos en algún momento durante el camino del aprendizaje musical, aunque yo creo que hay una pregunta más que deberíamos hacernos en cada uno de esos momentos de cuestionamiento

y dudas en los que nuestra base musical (teórica y práctica), o lo poco que llegamos a construir de ella, tiende a derrumbarse. La pregunta sería: ¿puedo confiar en mi criterio?
Pensemos en esta situación a modo de ejemplo: tenemos aproximadamente dos años de vida. Nos encontramos en ese momento en el que estamos descubriendo el mundo y sobre todo esa parte tan importante de él que es el lenguaje. Pero vivimos en un lugar muy particular en el que estamos medianamente expuestos a varios idiomas; algunos de ellos predominan un poco por sobre los otros, pero no estamos lo suficientemente familiarizados con ninguno de ellos como para intentar adoptarlo como nuestro idioma materno. Podemos entonces hacer caso omiso a la existencia de todos los idiomas que nos rodean y hablar de otra manera, una que esté regida exclusivamente por nuestro propio criterio, utilizando los sonidos que creamos convenientes para asignarle a cada uno de ellos un significado y relacionarlo con acciones y objetos, intentando así expresar ideas. Claro que podemos hacerlo, pero no nos vamos a poder comunicar con nadie. Seguramente, casi sin darnos cuenta, vamos a estar usando algunos de esos sonidos que fuimos escuchando durante nuestra corta vida, ya que son los únicos que conocemos, pero como no llegamos a entenderlos, los usamos siguiendo nuestras propias reglas, que no siguen la lógica establecida y no forman parte de esa convención, ese acuerdo tácito que hace que los hablantes de una misma lengua puedan comunicar miles de ideas mediante la utilización de sonidos. Todos sabemos que lo que necesitamos es a alguien que tenga más experiencia con el lenguaje para que nos guíe. Alguien que nos indique cuáles son las "reglas" que tenemos que seguir para usar esos sonidos, a fin de que los demás puedan también participar en nuestra conversación. Después de algunos años de cometer muchos errores, vamos a poder expresar nuestras ideas cada vez mejor hasta que, llegado el momento, podremos escribir textos sin ninguna guía, inventar nuestras propias historias y contar una misma idea de muchas maneras diferentes. Todo ello haciendo uso del lenguaje que aprendimos a lo largo de nuestra vida. Bien conocemos todos ese proceso, todos hemos pasado por él y eso es lo que hace posible que estés leyendo este texto que, por el mismo motivo, yo fui capaz de escribir.
Ahora bien, relacionemos esto con la música (después de ese ejemplo no parece muy difícil relacionarlo, ¿no?). Con la música pasa algo muy parecido, aunque con algunas diferencias, ya que al hacer una melodía uno no intenta relacionar cada sonido con objetos ni acciones, pero sí intenta comunicar, solamente que de una manera un poco más abstracta, si es eso posible. 
Como disciplina artística, la música lleva siglos desarrollándose, y como herramienta de comunicación, milenios.
Y es por ese motivo que el lenguaje musical ya está establecido como tal. Para manejar ese lenguaje entonces, debemos conocerlo. A lo largo de nuestra vida estamos más o menos expuestos a este lenguaje en alguno o algunos estilos diferentes, dependiendo de la música que suene en nuestro entorno, pero necesitamos estar tan expuestos a él, teniendo una guía tan clara y constante para entenderlo y adoptarlo como un lenguaje, que en la mayoría de los casos esta exposición cotidiana al lenguaje musical no llega a ser suficiente y por lo tanto no logramos dominarlo hasta recibir una educación formal en música.
Al igual que el lenguaje hablado, a lo largo de la historia, el lenguaje musical se fue desarrollando de forma gradual, mediante su utilización ligada a la comunicación, a ceremonias religiosas, festejos, etc; es decir, hubo un momento de la historia en el cual algunas personas compusieron melodías por intuición (sin seguir reglas, ya que estas no existían), del mismo modo que las diferentes lenguas, que comenzaron a hablarse sin que nadie dictaminara el correcto uso de verbos, sustantivos, adjetivos, adverbios, etc. Pero una vez establecido el lenguaje como tal, hubo quienes decidieron estudiarlo para comprender su funcionamiento. En el caso de la música, se escribieron diferentes tratados de armonía en los cuales el autor analizaba las obras musicales que se consideraban más sofisticadas, cuyos compositores habían creado siguiendo los estilos de otros prestigiosos compositores de épocas anteriores, llegando así a diferentes conclusiones respecto a los métodos de composición que seguían ciertas reglas ya implícitas, nacidas de la práctica musical en sí. Así se observó que en diferentes épocas, los compositores intentaban evitar el uso de ciertos tipos de sonoridades, como el intervalo de cuarta aumentada o quinta disminuida en la era medieval y principios del renacimiento, o el uso de quintas paralelas más tarde, durante el barroco, el clasicismo y parte del romanticismo; sonoridades que vuelven a ser utilizadas un tiempo más tarde durante el impresionismo por ejemplo, o en varias corrientes nacionalistas. A partir de estas observaciones es que nacen los primeros tratados de armonía, en los cuales se ponen en evidencia las prácticas musicales ya existentes; es decir que estas "reglas" no son más que una guía que nos ayuda a avanzar en el estudio de la armonía y la composición musical desde aquel lugar al que otros músicos llegaron antes que nosotros. 
Entonces volvemos a la pregunta inicial: "¿Puedo confiar en mi criterio?" Para responderla hay que tener en cuenta algunas otras cosas, como: cuál es la música que querés componer; qué conocimientos tenés respecto a la manera en la que ya se compone ese tipo de música y otras similares (también otras diferentes por qué no); con qué nivel contás en el dominio de los recursos que querés utilizar; ¿podés componer una pieza musical siendo completamente consciente de lo que estás haciendo en cada una de las partes al utilizar una u otra herramienta de composición?

Dependiendo de la respuesta a cada una de estas preguntas, cada uno de nosotros deberá aferrarse más o menos a esas "reglas" ya establecidas en el mundo de la composición musical. Y lo que esto determina no es qué está prohibido en la música y qué no, si no qué sonoridad es la adecuada para cada composición y cuál no, dotando de un sentido convencional a una manera específica de comunicar. De otro modo no estaríamos haciendo algo muy distinto a lo que hace el niño que repite con su voz sonidos que no llega a comprender, intentando comunicar ideas que aún no es capaz de procesar; y así llegará al receptor nuestro mensaje, como un conjunto de sonidos organizados de manera tal que la mayoría de las personas que conocen el lenguaje musical no son capaces de descifrar. O, dicho de otro modo, no habrá mensaje, por tratarse de un conjunto de sonidos que pertenecen a un lenguaje, pero que no están organizados de la manera que ese mismo lenguaje requiere, siendo el resultado final incapaz de transmitir mensaje alguno. Quienes hacemos divulgación musical no tenemos otro propósito más que el de mejorar esta comunicación.
Bien podríamos vivir en un mundo en el que cada uno utilice los sonidos de manera intuitiva y no logre comunicar sus ideas musicales de manera que otros puedan disfrutar de su contenido. Pero mucho mejor es un mundo en el que sí logremos disfrutar juntos de la música, un mundo en el cual cada uno, desde su lugar, pueda aportar una buena idea musical para acompañar a la evolución de la música, transmitiendo el o los mensajes, emociones o ideas musicales, artísticas y finalmente humanas, para que podamos seguir avanzando en ese camino que llevamos siglos recorriendo. Y ese mundo es al que intentamos ir. Nos vemos allá.


Martín Aguilera, 
Aarhus, Dinamarca
Agosto de 2020


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2 comentarios:

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